06 octubre, 2023

Entre Europa y América

 




Dos conciertos a celebrar en el Palacio de la Ópera de A Coruña marcarán el punto de partida de la temporada 2023-2034 de la Orquesta Sinfónica de Galicia. El primero se celebra este viernes 6 de octubre, teniendo lugar el segundo el sábado 7. En ambos conciertos, que comenzarán a las 20.00 horas, la orquesta será dirigida por  su nuevo director titular, Roberto González-Monjas, y actuará como solista de violín Clara Jumi-Kang. 



Orquesta Sinfónica de Galicia Foto OSG


El programa de estos dos conciertos se iniciará con Eleven gates, obra del compositor sueco Anders Hillborg, autor de música sinfónica, coral, de cámara, cinematográfica y popular. De su música dijo Esa-Pekka Salonen, que dirigió el estreno de la obra con la Filarmónica de Los Ángeles en 2006, que en ella se contrastan "lo estático y lo hiperactivo, lo mecánico y lo humano, lo noblemente bello y lo banalmente brutal, lo cómico y lo conmovedor… Casi nunca es sentimental, pero es surrealista en cierto modo, como los Relojes Blandos de Dalí”.

Eleven gates, que la OSG estrena en España, se caracteriza por una notable variedad rítmica y gran riqueza tímbrica, está estructurada en once secciones separadas o no por un breve silencio y es un encargo de la Filarmónica de Los Ángeles, que lo estrenó, dirigida por Salonen, en el Walt Disney Concert Hall el 4 de mayo de 2006.



Clara Jumi-Kang  


Tras Eleven gates Clara Jumi-Kang, nacida en Alemania de familia de músicos y ganadora del Concurso Internacional de Violín de Indianápolis en 2010, tras sus éxitos en el Concurso de Violín de Seúl (2009) y el Concurso de Violín de Sendai (2010), que interpretará el Concierto para violín y orquesta de Jan Sibelius. El compositor finlandés quiso ser violinista y tras su fracaso como tal, su Concierto en re menor, op. 47 parece ser una materialización de sus ensoñaciones de una carrera como intérprete, respondiendo a aquellos deseos y proyectos frustrados.



Roberto González-Monjas  Foto OSG (C) Marco Brogreve 


Tras el descanso, La Sinfónica y su titular abordarán la interpretación de la Sinfonía nº 9 en mi menor, op.95, “Desde el Nuevo Mundo”. Es la obra más conocida del compositor bohemio y fue escrita durante su etapa como director del Conservatorio de Nueva York. La sinfonía está llena de melodías fáciles de reconocer; de esas que el público sale tarareando al final del concierto y su estreno por la Filarmónoca de Nueva York el 16 de diciembre de 1893 fue un clamoroso éxito. Gracias a este y a su pronta edición, las orquestas europeas la adoptaron pronto como cosa propia, obteniendo una gran popularidad que desde entonces no ha terminado de crecer.

 

05 octubre, 2023

Empezando el viaje

 



La Real Filharmonía de Galicia inicia la temporada de abono 2023-2024 con dos conciertos: el primero se celebra este jueves 5 de octubre en el Auditorio de Galicia de Santiago de Compostela a las 20.00 horas; el segundo tendrá lugar el viernes 6 en el Auditorio de Ferrol a las 20.30 horas.


 La Real Filharmonía de Galicia celebrará estos días el primer programa de la nueva temporada, dirigida por su su nuevo director titular y artístico, Baldur Brönimann. Abrirá este programa Ciel d’Hiver, de la recientemente fallecida compositora finlandesa Kaija Saariaho. La obra, escrita en 2012 tiene una gran riqueza tímbrica y en ella refleja la autora el movimiento de los astros en invierno, época del año que en el hemisferio boreal son visibles las constelaciones más brillantes y atractivas a la vista.

Tras la obra de Saariaho, la RFG y Brönimann acompañarán a Alberto Rosado en el Concierto para piano y orquesta de Györgi Ligeti. Esta obra fue iniciada en veinte ocasiones (la primera en 1980) pero solo a partir de 1985 este inicio tuvo continuidad, estrenándose como concierto en tres movimientos en 1985. No satisfecho por el tercero como final, Ligeti completó la obra con dos nuevos movimientos más.



Alberto Rosado (i) y Baldur Brönimann (Foto RFG)

Y

a con esta estructura definitiva, pudo ser estrenado en 1988 por Anthony di Bonaventura y la Orquesta Sinfónica de la Radio Austriaca dirigida por Mario di Bonaventura en la Konzerthaus de Viena. El concierto está escrito para una orquesta con amplia percusión en la que se incluyen silbidos, castañuelas, maracas y un látigo.

Los conciertos se rematarán con las Danzas Sinfónicas de Serguéi Rajmáninov, compositor que representa como pocos el lema y guía que Brönimann ha señalado para esta temporada de la RFG, Migracións, por su exilio en Estados Unidos y su permanente morriña de su país, hasta el punto de que su casa en Suiza -llamada Senar por el inicio de su nombre y el de su esposa- fue diseñada para recordarle a Rajmáninov la residencia de verano de Ivanovka que la familia tenía al sur de Rusia.

 

14 septiembre, 2023

Torna, bella Aida, torna




 

La Programación Lírica de A Coruña 2023, que empezó este martes con un recital del barítono Luis Cansino, lleva al escenario del Palacio de la Ópera su primera ópera representada, Aida, de Giuseppe Verdi.


La soprano Marigona Qerkezy debutará en el rol de Aida acompañada por el tenor Jorge Puerta como Radamés y la mezzosoprano Nino Surguladze será Amneris. Junto a ellos el barítono Carlos Almaguer, y los bajos Simón Orfila y Giacomo Prestia representando a Amonasro, Ramfis y el Faraón. Francisco Pardo, tenor, y Lucía Iglesias, soprano, completan el plantel como mensajero y sacerdotisa.


Todos ellos estarán acompañados por la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la batuta del director principal invitado, José Miguel Pérez- Sierra, cuya trayectoria profesional le confirma como un referente al frente de los músicos y que próximamente se hará cargo de la dirección musical del Teatro de La Zarzuela de Madrid. La instrumentación se completará con los componentes de la Orquesta Gaos que actuarán como banda interna.


Sobre el escenario más de 40 integrantes del Coro Gaos, bajo la dirección de Fernando Briones, y los bailarines del Ballet Druida coreografiado por Mercedes Suárez.


Al mando de todos ellos y ellas Daniele Piscopo es el encargargado de la dirección de escena, acompañado en regiduría por Roberta Ventrice. Desde hace dos semanas han ensayado diariamente bajo el ritmo del maestro repetidor Damiano Cerruti.


Un trabajo artístico que no sería posible sin la larga lista de profesionales que trabajan desde detrás de escena compuesto por técnicos, equipo de sonido, iluminación, maquilladoras y peluqueras. Así como las costureras que mano a mano con el figurinista Claudio Martín vestirán a las cerca de 200 personas que pasarán por el escenario del Palacio de la Ópera para recrear la obra escrita por Giuseppe Verdi.


Un espectáculo que cuenta con el decorado, creado por Italo Grassi, desplazado desde la Asociación de Amigos de la Ópera de Las Palmas por mar y tierra y con el que se ha transformado la estética del Palacio de la Ópera para trasladar al espectador a la historia de amor y pasión ubicada en el Antiguo Egipto.


El público interesado en asistir podrá comprar las entradas a través del punto de venta de la Plaza de Ourense, la web de ataquilla.com y en la taquilla del propio Palacio de la Ópera los días de la representación, con precios que comienzan en 30 euros.


La realización de Aida en la temporada lírica de Amigos de la Ópera de A Coruña será gracias al apoyo de la Xunta de Galicia y la Deputación de A Coruña, así como la colaboración de Gadis y Seat Marineda Motor.

 

23 marzo, 2023

Aquí va a pasar algo…

 



A Coruña. Palacio de la Ópera, 17 de marzo; Valladolid, Centro Cultural Miguel Delibes, 18 de marzo. Orquesta Sinfónica de Galicia. Programa: William Walton, Scapino, A Comedy Overture; Benjamin Britten, Concierto para violín nº 1, op. 15; Edward Elgar, Sinfonía nº 1 en la bemol mayor, op. 55. James Ehnes, violín. Juanjo Mena. Director.

 

Hace años, oí decir a alguien -creo que José Luis Garci- que cuando vio por primera vez el inicio de La guerra de las galaxias lo primero que pensó fue “aquí va a pasar algo gordo”. Pues exactamente eso fue lo que muchos sentimos al empezar del concierto del viernes en A Coruña y no solo por las primeras y decididas notas de la obertura de Scapino, que también. El asunto es que de inmediato se estableció una de esas especiales corrientes de comunicación entre el escenario y las butacas que solo surgen en algunos conciertos. Y que perduraría durante todo el del viernes en A Coruña.



La OSG y Mena durante la obertura de Scapino


La obertura Scapino tiene una gran fuerza dramática -en el sentido de teatral-, y siempre sugerente de acción y ritmo dramático. Mena y la OSG tradujeron brillantemente a sonidos la partitura desde su ambiente inicial decididamente festivo, cuando este se remansa y al volver la brillantez, como un torrente que aparece y desaparece con el deshielo de la primavera. Empezamos bien; aquí “está” pasando algo.

Hace pocos días, la OSG publicaba el nombramiento de Fernando Llopis Mata como nuevo principal de percusión tras ganar la audición convocada a tal efecto. José Trigueros, su director asociado, ha venido ocupando interinamente ese puesto desde el fallecimiento de Simon Levey, siendo sustituido paulatinamente por algún compañero de la sección o por músicos invitados.


Mensajes…

En este programa fue precisamente Trigueros quien se hizo cargo de los timbales, marcando desde su inicio no solo el ritmo sino en buena medida el sentido y carácter del movimiento. Para algunos fue como un mensaje, pero no de despedida de la orquesta ni de su público.

Esas notas marcan el inicio del Concierto para violín nº 1 de Britten junto a unos acordes de la orquesta que se oyen como una especie de ropón que cobija al solista. Desde ellas, Ehnes imprimió a su interpretación un carácter intimista más que adecuado, que tomó la viveza idónea en el Agitato que marca Britten para este movimiento. La excelencia instrumental y musical del canadiense se vio secundada lo largo de toda la obra por una Sinfónica totalmente entregada y en estado de gracia y un Mena más que solvente.



Ehnes y Mena durante el Concierto de Britten


Ehnes dotó al Vivace central Ehnes de la animación y una cierta acidez que lo caracteriza, pero aflorando siempre oportuno ese intimismo antes aludido, alcanzando en el diálogo con las maderas momentos gloriosos. Destacaron asimismo las notas pedal de las maderas y nuevamente los timbales de Trigueros. Cuerda -chelos, violas y resto- marcaron el inicio de la Passacaglia como las claras líneas del plano de un territorio mágico por el que Ehnes transitó “a los mandos” de su Stradivarius “Marsick”.

De él extrajo no solo un maravilloso sonido, sino, sobre todo, toda la mucha emoción que lleva en sus pentagramas la partitura de Britten. Primero, en el drama aún reposado, contenido; pero que se desborda por momentos en esas escalas de los violines, ascendentes-descendentes como remolinos de una tormenta seca.

Y luego más lentamente, sobre el registro grave de los trombones, para finalizar lleno de dulzura en  un pianissimo pulsante y sobrecogedor. Mena y la Sinfónica fueron complemento perfecto de esta versión de referencia del joven maestro canadiense, que regaló a la audiencia el Andante de la Sonata nº 2 en la menor, BWV 1003, de Bach.



Sección de trombones de la OSG.


Grande sin pompa

La moderada solemnidad de la introducción, Andante, de esta Sinfonía nº 1 le puede resultar familiar a cualquier aficionado, pues su tempo y clima suenan claramente al Elgar más conocido y popular. En la versión de Mena con la OSG quedó rápidamente de manifiesto su función introductoria.

En lo que es propiamente el primer movimiento rescató esa grandiosidad con su notable dinamismo rítmico, un cierto toque de dramatismo y una más que notable grandiosidad incluso en los pasajes más calmos y en su adecuadamente sereno final. Quizás podrían haber convenido algo menos de contraste entre secciones del movimiento y más continuidad expresiva.

El Allegro molto de Mena tuvo un ritmo infatigable y enorme vivacidad, muy bien expresado en todo momento, también en los de más calma. El enlace con el Adagio fue de una naturalidad idónea y en esa continuidad se abrió a un panorama sonoro sereno y de amplios horizontes.




La OSG y Mena durante el concierto en Valladolid.


Es impresionante como una intervención de solamente dos notas puede conllevar tanta emoción como el solo de trompa de Nicolás Gómez Naval, tan bien dicho y sentido. A partir de ahí y de otros dos solos -el clarinete de Juan Ferrer y el de fagot de Steve Harriswangler- y nuevamente del canto de los violines, solo hubo que dejarse envolver por el sonido y permitir que la emoción nos transportara.

El Lento introductorio del cuarto movimiento fue como un misterioso anuncio de un movimiento que, tal como sonó el viernes en A Coruña, bien podría haber firmado el mayor autor hamburgués de la Historia de la Música. Todo un homenaje por ambiente sonoro, ritmos, dinámica e incluso, a veces, línea melódica. Tanto que no pude por menos de pensar: “cada día me gusta más Brahms, aunque la música se la escriba otro”. Lo que no resta mérito alguno el compositor inglés, como no se lo resta a Brahms su tributo a Beethoven en el movimiento el final de su Sinfonía nº 1.

El del viernes fue posiblemente uno de los mejores conciertos de la temporada de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Enhorabuena y a seguir. 


Las fotografías corresponden al concierto del sábado 18 en Valladolid y están tomadas del perfil de Facebook de la OSG. © Photogenic.


02 marzo, 2023

Shlomo Mintz tocará para la SFF




El próximo jueves 9 de marzo, la Sociedad Filamónica Ferrolana presenta un concierto de Shlomo Mintz.  Nacido en Moscú en 1957 y emigrado con su familia a Israel en el 59, debutó debutó con 11 años junto a la Filarmónica de Israel. A los 16 y llamado por Zubin Mehta con solo una semana de antelación, sustituyó a Itzahk Pearlman tocando el Concierto nº 1 de Paganini, esa muestra de técnica al servicio de la pirotecnia instrumental que contrasta con la profundidad del programa que tocará en el Teatro Jofre de Ferrol.


Shlomo Mintz

En este se citan dos de los compositores que mejor han entendido y aprovechado las posibilidades expresivas y musicales del instrumento. El grueso del programa está formado por dos de esas cumbres para violín solo que son Sei Solo a violino senza basso accompagnato. Abrirá el concierto la Partita nº 1 en si menor BWV 1002, una sucesión de danzas típica del Barroco musical, seguida cada una de una variación, que finaliza en una Bourrée en vez la tradicional Giga.


Eugène Ysaÿe

La Sonata nº 3, op. 27 (Ballade) de Ysaÿe, junto a sus homónimas números1 al 6. es su homenaje a las sonatas y partitas de Bach, de las que deriva por su técnica instrumental y profundidad musical, resultando un puente idóneo entre ambas también por su tonalidad, re menor, la misma que la de la Partita nº 2, BWV 1004. Esta se compone de cuatro danzas partes - Allemande, Courante, Sarabande y Giga- cuatro sólidos y altos muros rematados por la Chacona, una de las más sublimes cúpulas musicales jamás creadas. Su tema y variaciones es, junto a las mal llamadas Variaciones Goldberg, una de las cúspides de la forma y ha servido de modelo a multitud de obras posteriores.


J.S. Bach


Es el caso de la Passacaglia, -movimiento final de la Cuarta sinfonía de Brahms. Este movimiento es un declarado homenaje al espíritu recibido de Bach, del que incluye citas: algunas encriptadas dentro de su forma o su estructura, como los primeros acordes a cargo de los vientos o la sección central en modo mayor dentro de una obra en modo menor; otras, más perceptibles, en el tema, tomado de otra chacona: el final, Meine Tage in den Leiden (Mis días de sufrimiento) de la Cantata BWV 150, Nach dir, Herr, verlanget mir (Es a ti, Señor, a quien anhelo).

Tras estos monumentos solo cabe respirar hondo varias veces y dejar con nuestro silencio, esa base de la que parte toda música, que el espíritu de Bach vuelva al infinito. 

15 febrero, 2023

¿Así que era esto?

 




 

A Coruña, Palacio de la Ópera, viernes 10 y sábado 11 de febrero. Programa: W.A. Mozart, Concierto para clarinete y orquesta en la mayor, KV 622; Anton Bruckner, Sinfonía nº 7 en mi mayor.  Orquesta Sinfónica de Galicia. Sharon Kam, clarinete. Markus Stenz, director.

 

Pues sí; era esto. Muchos ya lo intuían, otros lo habían comprobado previamente; algunos recordaban un gran Bruckner interpretado por López Cobos con la OSG. El caso es que a la salida del concierto todo el mundo hablaba del director, de música, de Bruckner y algunos comentaban sus experiencias brucknerianas.

Personalmente, recuerdo cuánto y qué positivamente me impresionó mi primer Bruckner. Fue, allá por de los años sesenta, en uno de aquellos conciertos matinales de domingo de la Orquesta Nacional en el Monumental Cinema (así se llamaba entonces el Teatro Monumental de Madrid, actual sede de la ORTVE). Tuve suerte, pues el director pudo ser -como me sugirió el viernes a la salida un compañero de melomanía- Lovro von Matačić, gran especialista en el músico de Ansfeld.



Anton Bruckner

Como de costumbre, camino del concierto había leído en el tranvía y/o el metro la crítica de Antonio Fernández Cid sobre el concierto del viernes en el Palacio de la Música. De su texto se me quedó grabado que el viejo maestro consideraba que lo escuchado, más que una sinfonía, era una mera yuxtaposición de frases y motivos. En resumen, parece que “no era partidario”; como, en el viejo chiste del vasco lacónico, el cura no lo era del pecado. Quizás no se la había escuchado nunca a Celibidache, que tantas veces elevó el nivel y la calidad de sonido de las orquestas españolas.

Ni, por supuesto, a Markus Stenz (Bad Neuenahr. Alemania, 28.02.1965), por eso de la cronología. Stenz, que había dirigido en Mozart sin podio ni batuta, empleó ambos elementos en la segunda parte; que hay mucho que dominar en Bruckner para que no se te vaya de las manos. Su gesto fue siempre firme, amplio y elegante, con gran independencia de sus brazos y sutil expresividad en su batuta y su mano izquierda.



Markus Stenz | Foto OSG © Pablo Rodríguez


A lo largo de toda la obra hubo una soberbia trabazón de cada elemento -motivos, frases, dinámicas, ritmos o tempi- con el siguiente y anterior, con el resultado de un todo tan variado como unificado. También los silencios -parte esencial del sinfonismo bruckneriano y no meros espacios vacíos entre dos pasajes- estuvieron integrados y formaron parte esencial de ese todo.

En definitiva, no hubo a lo largo de toda la sinfonía ni rastro de aquella recordada “yuxtaposición”, sino crecimiento orgánico y desarrollo de todos y cada uno de los elementos. Como solo pueden desarrollar aquellos compositores -y directores- que dominen el contrapunto. O como cuando, en el reino vegetal, de las yemas nacen una rama y otra y otra… y de estas, una y mil hojas, que siguen su propio curso. Y que cuando vuelves a verlas crecieron, se multiplicaron, se desarrollaron y, si se mira con la adecuada perspectiva, ya pueden contemplarse como parte necesaria del árbol todo.

Stenz cuida el sonido como herramienta y elemento de construcción del edificio sinfónico. El primer movimiento, Allegro moderato, fue una buena muestra de ello, como lo había sido (con uno totalmente diferente, como es natural) en el Concierto para clarinete de Mozart en la primera parte. El canto inicial conjunto de chelos y violas sonó sereno por fraseo y por timbre; los violines aportaron el creciente nervio de sus trémolos y maderas y trompas se unieron para dar presencia e intención.

El sonido fue en todo momento lleno y empastado. Los fff repentinos descubrieron la gran lógica que tienen, como enlace entre el pasaje anterior y el posterior. El crescendo sobre el trémolo del timbal tuvo una gradación de enorme precisión, lo mismo que el gran crescendo en el tema de las trompas con el resto de los metales.



Markus Stenz | Foto OSG © Pablo Rodríguez

El largo desarrollo, con sus reiteraciones, y las mesetas dinámicas como preparación natural de los clímax tuvieron la organicidad propia del escolano de San Antón. El final del movimiento tuvo esa característica -como de acorde que no acaba de llegar por estar interminablemente lleno de melodías- tan cercana y deudora de su admirado Wagner.

En el segundo, Adagio, Sehr feierlich und sehr langsam (Muy solemne y muy lento), tras una entrada apenas empañada por una ligera imprecisión, las cuerdas cantaron con un sonido que solo se podría calificar como de sobresaliente. Y así continuaron, en el pasaje más movido, con un lirismo realmente conmovedor, por fraseo y por la amplitud y gradación de la dinámica. Una vez más y gracias a ello, el clímax llegó como la consecuencia natural de todo lo anterior. El coral final de los metales elevó a excelso el resultado de todo el movimiento.

Stenz dio al Scherzo, Sehr schnell (Muy rápido), un inicio lleno de fuerza, con una dinámica inicial de notable potencia sonora. La segunda sección, en piano, supuso un adecuado respiro para las emociones que se avecinaban. En el pianissimo del Trio, Etwas langsamer (Un poco más lento), las cuerdas tuvieron en el registro medio un sonido aterciopelado que se transmutó en unos agudos de pura seda. Con su sabio empleo de dinámica, ritmo y fraseo, Stenz redondeó el movimiento con gran expresividad, musicalidad y fidelidad al estilo y el espíritu de Bruckner.



Markus Stenz | Foto OSG © Pablo Rodríguez

El inicio del cuarto movimiento, Finale: Bewegt, doch nicht schnell (Movido, pero no rápido), tuvo un aire algo misterioso (qué momentos con las flautas), pero potente y serenamente premonitorio (pasajes de metales, maderas y cuerdas) de lo que ha de venir. En su momento (que Bruckner se toma su tiempo, ya se sabe) desarrolló los adecuados momentos de intimidad o de potencia y brillantez orquestal.

El crescendo final fue, como seguramente podría haber pensado el mismo Bruckner, de sutil continuidad rossiniana y poderío wagneriano; y, junto a la respiración del último acorde, algo que muchos músicos y aficionados calificaríamos como insuperable. Porque las sinfonías de Bruckner podrán ser (lo son, lo son) largas, incluso muy largas. Pero cuando la interpretación tiene la claridad de ideas de Stenz y los músicos de la orquesta se entregan como hicieron el viernes los de la Sinfónica, a mí -y solo hablo por mí- se me hacen casi cortas.

Las opiniones de aficionados y músicos que pude recoger a la salida del Palacio de la Ópera fueron realmente positivas. Hubo músicos que no recordaban un Bruckner así con esta orquesta; alguno salió del Palacio de la Ópera diciendo, literalmente, que este había sido “el mejor concierto en treinta años”. Tanto unos como otros están (estamos) deseando que el maestro Stenz vuelva. Y a ser posible, que sea pronto.



Clarinete bajo, corno di bassetto y clarinetto di bassetto 


At last, the first

Ossia, los primeros serán los últimos, etc. El evento comenzó con una hermosísima versión del conocido como Concierto para clarinete y orquesta en la mayor, KV 622, de Mozart. Que, en realidad, fue escrito para corno di bassetto; o clarinetto di bassetto, que para esto también hay versiones y opiniones.

El hecho es que una vez confirmado por fuentes competentes, el instrumento que se pudo escuchar el viernes y el sábado en A Coruña fue un clarinetto di bassetto: un clarinete con una prolongación en parte inferior que permite que su nota más grave sea un dos tonos más grave que la habitual.




Sharon Kam, con Markus Stenz, 
protegiendo su instrumento
del frío del Palacio de la Ópera

Foto OSG 
© Pablo Rodríguez


Aclarado esto, la versión de Sharon Kam y Stenz con la Sinfónica tuvo toda ella un sonido envolvente y un carácter sereno, algo alejado de los posibles y más habituales contrastes sonoros y expresivos. De esta forma, en el Allegro inicial destacó y marcó carácter la introducción orquestal; la toma del tema principal y la presentación del segundo por Kam tuvieron las mismas características, con una adecuada presencia y uso de legato y sttaccato.



Sharon Kam y Markus Stenz | Foto OSG © Pablo Rodríguez


El Adagio central tuvo una apreciable hondura, pero con un carácter bastante lírico, algo alejado de esa resignada deseperanza que se desprende de su melodía y armonías. El tercer movimiento, Rondo, fue quizás el más mozartiano, con una hermosa combinación de viveza, nervio y dulzura. El tema del clarinete que se repite bajando dos veces una octava fue enormemente expresivo. Destacó también el sonido y fraseo de las violas. Kam correspondió a la ovación del público con la interpretación de Promenade, de George Gershwin, acompañada por Stenz al frente de las cuerdas de la Sinfónica.


Nota final. Quiero dedicar este texto a la memoria de Antonio Grueiro, gran melómano y en su momento directivo de la Sociedad Filarmónica de A Coruña, que nos dejó pocos días antes del concierto.

 

10 febrero, 2023

El sándwich

 



Auditorio de Ferrol, jueves 2 de febrero; A Coruña, Palacio de la Ópera, viernes 3. Orquesta Sinfónica de Galicia. Nicolas Altstaedt, violonchelo. Ludovic Morlot, director. Programa: Héctor Berlioz, Obertura de El Corsario; Henri Dutilleux, Concierto para violonchelo Tout un monde lointain; Antonín Dvořák, Sinfonía nº 9, en mi menor, “Desde el Nuevo Mundo”. Fuera de programa: señal de llamada del móvil de una señora, sentada en la parte central y baja de la Zona B del Palacio de la Ópera, y otros ruidos de móvil no localizados


Pocas comidas hay tan extendidas y universales como el sándwich. O el bocadillo: una porción más o menos delgada de pan como soporte inferior, un relleno de sabor, calidad y cantidad variables según gustos o presupuestos y otra porción de pan, generalmente más gruesa y algo más dura que la inferior.




Pero hay veces que el bocadillo no termina de gustar porque el pan no es el acostumbrado. En otras, un pan demasiado duro impide hincarle el diente y algunos padres les dicen a sus hijos que vayan comiendo la parte de abajo con el relleno y dejen la de arriba; o sea, que en un bocadillo -parafraseando a Rick, el personaje de Bogart en Casablanca, “siempre tendremos el relleno”.

Hay programas sinfónicos de estructura tan estándar como un bocadillo, compuestos por una obertura de ópera, un concierto instrumental y una sinfonía. Comparables a una comida con aperitivo, entrante y plato principal o a nuestro bocadillo de anteriores párrafos.

El viernes en A Coruña (y apostaría a que también el jueves en Ferrol), el programa interpretado por la Sinfónica satisfizo de diferente forma a la mayoría de espectadores y aficionados y a una minoría de aficionados exigentes. El bocata constaba de  un relleno exquisito, de texturas y sabores algo complicados para paladares poco acostumbrados, entre dos rebanadas de música bien vistosas, de buenas harinas pero poco cuidada cocción.




En la parte de abajo del bocata, una rebanada poco gruesa (apenas ocho minutos) y con mucha levadura, algo que siempre aligera la miga. La Obertura de El corsario, de Berlioz, por su breve duración y su ritmo y orquestación espectaculares fue consumida sin mayor problema por todo el auditorio coruñés, pese a que su escasa cocción en la batuta.

En la de arriba, una porción de pan bastante gruesa, animada con semillas de varios cereales, pero algo dura y sin sal: es decir, una Novena de Dvořák anodina, leída sin nada nuevo que aportar y, lo que verdaderamente es más grave, sin emoción por parte del encargado del horno -el director, Ludovic Morlot-. Lo mejor -las semillas de cereales- fueron los solos y el sonido de cada sección de la Orquesta Sinfónica de Galicia. El mayor mérito, el de los músicos de la OSG al lograr llegar juntos al final, pese a los numerosos y variados desajustes en entradas propiciados por Morlot.


El manjar

Lo mejor del concierto del viernes fue sin duda el Concierto para violonchelo Tout un monde lointain, de ese espíritu independiente y creador de climas y ambientes sonoros (inventor de sonidos, se autodefinía, como recuerda en sus notas al programa Javier Vizoso). Fue la parte central del sándwich, la que podrá ser recordada con verdadera delectación por las cualidades de la receta y por la elaboración de Altstaedt. 





N. Altstaedt durante el concierto| Foto OSG / Pablo Rodríguez



Tout un monde lointain es seguramente el concierto para chelo más reconocido (y reconocible) de los compuestos en el s. XX. La idea de componer una obra a partir de las sensaciones y emociones de un poeta epígono del romanticismo y precursor del simbolismo es de una ambición tal que muy pocos compositores podrían llevar a cabo con éxito.

No empezó bien su ejecución el viernes en A Coruña. Mientas surgía de  la nada, el solo de chelo fue inmediatamente mancillado por el móvil de una mujer sentada en la parte central de la Zona A. Cuando esto sucede, algunos músicos interrumpen el inicio de su interpretación para luego recomenzar, pero ya nada puede ser igual. Algunos asistentes perdieron la concentración necesaria y sus comentarios en RR.SS. dan fe del atentado. El temple de Altstaedt le permitió continuar su trabajo totalmente centrado en lo suyo, hacer música; que al fin y al cabo la música solo se termina de hacer cuando hay alguien que la toca para alguien que la escucha.

En el concierto del viernes el público escuchó y Altstaedt tocó, y cómo. La versión del violonchelista germanofrancés fue soberbia. Las enormes dificultades técnicas fueron, como pasa con los grandes, solo peldaños de una escalera que asciende a lo más alto de la música. Y esta salió de su instrumento con toda la fuerza, toda la emoción y toda la cantidad enorme de matices que Dutilleux dejó escritos en la partitura.

Por contra, parecería que toda la obra se hubiera convertido para Morlot en el título de su primera sección, Enigma. Tan alejado fue su acompañamiento de la riqueza de climas, matices y fraseo de la versión de Altstaedt.



Altstaedt anunciando la propina | Foto OSG / Pablo Rodríguez 


Altstaedt regaló una propina más que generosa: Trois strophes sur le nom de Sacher, también de Dutilleux, que bien podía titularse “Todo lo que se puede hacer con un violonchelo y parte de lo que no, porque es imposible”. Altstaedt demostró que no es imposible, aunque por la dureza de la obra y de su interpretación igual algunos, más bien muchos, no deberían intentarlo: podrían correr el peligro de que  dedos ¡y neuronas! les saltaran por los aires.

Trois strophes es enorme y por momentos desgarradora; y así fue la interpretación. Tras una ovación intensa, calurosa y generalizada, el descanso del intermedio fue como el sorbete en medio de una gran comida: permitió que la Novena de Dvořák gustara a muchos, pese a que, por lo dicho arriba, decepcionara a bastantes. No siempre puede ser. 

Para el concierto de este viernes nos esperaban Felix Mendelssohn, Mozart y Bruckner, pero el alemán se ha descolgado del programa.  A ver qué nos cuentan los austriacos.